Hoy me levanto con un sentimiento de agradecimiento a toda la memoria cósmica, el poder liberador y transmutador que se encuentra en el poder luminoso de siete rayos en el centro del fuego sagrado...
Por que los vi, la primera vez que subí a ayunar en la montaña, cuatro días en abstinencia de alimento, de Agua, de palabra... en el diseño sagrado de la
Búsqueda de Visión del fuego sagrado de Itzachilatlan.
Se me ha mostrado una energía en forma de esferas de luz dorada que viene del sol, es la esencia crística que sostiene la vida, el espíritu...viene por la cadena solar hasta nuestro sol y al descender es absorbida por las hojas de los árboles, por el pasto, por el agua del río, por mi propia piel, es así como estamos todos relacionados en esa sustancia lumínica, que es absorbida de una manera diferente por nuestras plantas sagradas, nuestros sacramentos, que transforman esta esencia santa el inteligencia curadora, transmutadora, visionaria, reveladora...
Yo soy una con el poder de la planta y la planta es divinidad en mi, así es que se hace posible experimentar el significado de la palabra Enteógeno
(Dios dentro).
Y en esa relación íntima y sagrada, el diálogo con lo divino de mi propio ser...mi Yo Superior, mi Alma, y el alma viva del entorno y los seres de luz que me acompañan.
Emmanuel, director de los mensajeros, serafín del Rayo Blando del Inmenso Gabriel, reconoce esta relación y en medio de esta luz potente, me ha comunicado que la "sangre de Cristo" sustancia de Sol, es en la sustancia de la planta, Rainha, chacruna, folha, en sus distintos nombres, la abuela Ayahuasca de la Amazonia brasileña.
Que nuestros Antepasados en las estrellas así lo entendieron, lo reconocieron y lo vivieron para que sea guardado hasta ahora, este tiempo de retorno a la Tierra y de redención humana.
Gracias a la vida en todas sus formas, especialmente a las plantas de luz.
